Cuando una persona va a fallecer en un periodo corto de tiempo, el cuerpo humano comienza a presentar una serie de síntomas que pueden reflejar lo que tristemente va a ocurrir.
Estos síntomas pueden aparecer entre uno y tres meses anteriores al fallecimiento, el principal es el cambio de color de la piel en zonas como rodillas, pies y manos. Estas zonas empiezan a presentar una serie de manchas en diferentes tonalidades púrpura y azuladas. También es posible que la persona comience a comportarse de manera diferente a lo que anteriormente hacía, llegando a aislarse y no relacionándose con los demás, también es posible que hable menos y exprese menos sus pensamientos. Además, es habitual que tenga menos apetito, y, por consiguiente, coma y beba menos. Otro de los síntomas habituales es el sentimiento de dolor a niveles muy elevados y con él, modificaciones en el organismo provocando insuficiencia respiratoria, alteraciones en la presión arterial y en la frecuencia cardiaca.
Cuando la persona está más próxima a la muerte en un periodo de una o dos semanas puede experimentar un sentimiento de cansancio muy alto y sentirse agotada, con la necesidad de permanecer más tiempo en la cama. Esto también puede traducirse en un cambio en los patrones del sueño y que comience a dormir horas durante el día que quizás anteriormente no hacía. Es posible también que durante la noche no descanse y pase gran parte del día con somnolencia continuada. Todo ello puede provocar cambios mentales en la persona que le haga olvidar fácilmente las cosas del día a día incluso pudiendo llegar a olvidar periodos o situaciones vividas a lo largo de su vida y generando una cierta confusión a la hora de expresarse con aturdimiento y alucinaciones.
Todos estos síntomas pueden dar pistas a la familia de lo que quizás tristemente puede ocurrir en los próximos días y puede ayudar a que realicen acciones para acompañarle en sus últimos días de vida. Quizás es el momento de hacer aquello que uno lleva tiempo pensando y que quizás anteriormente no se había atrevido a hacer como viajar para reunirse con su familiar, permanecer más tiempo a su lado, intentar compartir momentos unidos, solucionar un problema que ocurre entre ambos, perdonar aquello que afecto a su relación en el pasado, etc.
Hay también varios síntomas que pueden ayudar a médicos y enfermeras a predecir que la persona va a fallecer de manera inminente en un margen de uno a cinco días como pueden ser tener las pupilas dilatadas y no reaccionar a los estímulos de luz, disminución de respuesta ante estímulos sonoros y visuales, incapacidad para cerrar los párpados, extensión de la nariz adquiriendo una forma más puntiaguda, mandíbula inferior caída y colocada por detrás de la mandíbula superior hacia dentro de la boca presentando una imagen similar a la de un cadáver, tener una mayor extensión del cuello y emitir ruidos distintos a los habituales.
Cuando las pupilas no reacciones a la luz porque están dilatas pueden ser porque existen daños cerebrales o afecciones neuronales producidos por un tumor o edema cerebral, por un golpe en le cabeza que haya afectado al nervio trigémino o una lesión en la estructura ocular como un desgarro.
Sea el problema que fuere y tenga esa persona, cuando una persona está sufriendo una enfermedad o se encuentra en cuidados paliativos, es importante permanecer a su lado porque, aunque no responda o pueda expresarse, si es cierto que siente la presencia de sus seres queridos y no se siente sola. Acompañar a un familiar durante sus últimos días de vida es imprescindible para que pueda sentirse arropado y para que cuando se marche, los propios familiares no sientan que pudieron hacer algo más por la persona que ya no está y no lo hicieron. No hay nada que calme más a una persona que sentir que hizo todo lo que estuvo en su mano por ayudar a la persona que estaba sufriendo. Trasmitir amor en momentos delicados puede ser una de las mejores medicinas. Y aunque a veces se conozca el destino final, dar la mano, estar unidos y demostrar cariño, puede ser el mejor acompañamiento al descanso eterno.