Un entierro laico es una ceremonia de despedida para un familiar o una persona cercana que ha fallecido y se lleva a cabo sin elementos religiosos, enfocándose en la vida y el legado del difunto. Cuenta con varias características comunes:
Enfoque personal: se centra en la vida y los valores del difunto, permitiendo que la ceremonia refleje su personalidad y creencias. En estos momentos se suelen recordar acontecimientos importantes de la persona fallecida para regalarle una despedida y ensalzar sus valores personales ante los presentes.
Ceremonia flexible: puede incluir lecturas, música, poemas y discursos que resalten momentos significativos, sin necesidad de seguir rituales religiosos. Un momento de entrega y de recuerdo para despedir a la persona fallecida con todo el cariño de sus allegados.
Participación de familiares y amigos: es común invitar a los seres queridos a compartir recuerdos y anécdotas, fomentando una conexión emocional y comunitaria.
Lugar diverso: puede llevarse a cabo en diferentes lugares, como en un parque, una casa, un crematorio o un centro de ceremonias, en lugar de un espacio religioso como los entierros que están basados en la religión cristiana. El lugar para despedir a la persona fallecida es elegido por las personas más allegadas y puede ser cualquier que resulte significativo para la persona fallecida o que tenga algún valor a nivel personal para los presentes.
Sin símbolos religiosos: no se utilizan elementos que sean exclusivamente religiosos, aunque se pueden incluir símbolos que sean significativos para el difunto o su familia. La religión se deja a un lado para centrarse en los valores y cualidades de la persona fallecida.
Espacio para el duelo: se reconoce la importancia del duelo y se permite un ambiente de reflexión y apoyo emocional.
Opciones de disposición del cuerpo: puede incluir tanto entierros tradicionales como cremaciones, según lo que desee la familia. Al finalizar el entierro las personas allegadas deciden qué hacer con el cuerpo de la persona fallecida y cómo van a querer otorgarle el descanso eterno.
La clave de un entierro laico es que sea auténtico y significativo para los presentes.
Existen varios elementos que caracterizan las ceremonias funerarias laicas:
La persona que actúe como maestro de ceremonias es elegida por los presentes, puede ser cualquier persona, un amigo, un familiar, un profesional que proporcione apoyo emocional a las familias y amigos y además ayude en la organización del funeral para que sea lo más llevadero posible para los más allegados. Es habitual elegir a un amigo o a un familiar para que guíe la ceremonia y de esta manera el momento cuenta con un toque más personal y emocionante para la despedida.
Las lecturas que se ofrecen en un funeral laico son aquellas elaboradas por los familiares y amigos y pueden servir para compartir experiencias y momentos emotivos para convertir la despedida en un encuentro único y memorable.
La música elegida para despedir al difunto debe ser una que genere emociones y sentimientos entre los presentes para crear un ambiente de apoyo y encuentro. En algunos casos también hay música en directo.
Los rituales personalizados son actos simbólicos creados para honrar de manera única a la persona fallecida. Se adaptan totalmente a los deseos y valores del difunto y de sus familiares.
Los mayores beneficios de los funerales laicos son la posibilidad de personalización en todos los elementos que intervienen en la despedida y la posibilidad de realizar una despedida común con personas que tienen diversas creencias o religiones.